Por Lauri García Dueñas
México amaneció con un nuevo presidente, Andrés Manuel López Obrador, el líder carismático y polémico que ha llevado al partido político Morena al poder Ejecutivo y que se lanzó por primera vez a la contienda presidencial en 2006. Tanto en la toma de posesión como en las redes sociales, los sectores más progresistas del país celebran este cambio de gobierno que el propio AMLO ha denominado “la cuarta transformación”.
De su toma de protesta, los medios han destacado el hecho de que los legisladores hayan interrumpido a Obrador para hacer el pase de lista de los 43 estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa, Guerrero, desaparecidos en 2014, uno de los crímenes que más ha sacudido al país y que pone en evidencia la impunidad, uno de los problemas sociales más acuciantes para México, ya que el 98% de los crímenes que se cometen no son procesados según las cifras de la Procuraduría General de la Nación (PGR). Por su parte, el presidente se reunirá el lunes con los padres y madres de los muchachos desaparecidos.
La oposición acusa al nuevo presidente de populista, pero la población celebró el hecho que desde el 1 de diciembre cualquiera puede entrar a Los Pinos, la casa presidencial desde 1934, 15 veces más grande que la Casa Blanca, sin filtros de seguridad, en sintonía con las ideas del nuevo gobernante quien ha prometido que “van a bajar los sueldos de los de arriba, porque van a subir los sueldos de los de abajo”. Él seguirá viviendo en su casa particular en consonancia con las promesas de austeridad de su campaña.
Sobre la caravana migrante centroamericana que llegó a México el 19 de octubre y que ha mostrado la crisis económica, política y social en la que se encuentran varios países centroamericanos, el mandatario mexicano aseguró que propiciará un acuerdo de inversión entre empresas y gobiernos para impulsar el desarrollo de los países del istmo.
Los luchadores sociales han compartido en las redes sociales que sienten una mayor confianza en el nuevo presidente, aunque también han criticado el que ha dicho que va a combatir la impunidad y la corrupción pero no se ha comprometido a llevar a juicio a expresidentes y gobernantes.
Los grandes retos del nuevo sexenio serán reducir los índices de pobreza, bajar el costo de la vida que se ha disparado en los últimos seis años, reducir la violencia social y el crimen organizado, así como otorgar justicia a las cientos de familias que tienen parientes desaparecidos en los últimos doce años y juzgar a los culpables de las decenas de fosas clandestinas con restos humanos que hay por todo el país.