Violencia armada, tragedia y fragilidad del “sueño americano”

La seducción que ejercen las armas entre muchos estadounidenses parece patológico.

Por Alberto Barrera

Pittsburg, California – La violencia armada es frecuente en Estados Unidos, pero los hechos sangrientos no siempre llaman la atención ciudadana nacional a menos que ocurran matanzas de niños en escuelas como en Uvalde, Texas en mayo o el ametrallamiento a un desfile el 4 de julio en Highland Park, Illinois.

En esos momentos surgen las condenas, las preocupaciones y las alertas de que es necesario hacer algo para controlar la facilidad con la que se compran armas, cuya publicidad llega a los hogares en folletines comerciales o se venden en los supermercados revistas especializadas con detalles del uso y poder de armas en las que muchas son automáticas con capacidad de dañar y matar masivamente.

El 24 de mayo pasado un tipo de 18 años entró armado a una escuela primaria en Uvalde, Texas y disparó a un salón de clases, mató a 19 niños y dos maestras. Adam Charlton, productor ejecutivo saliente de “CNN Newsroom With Pamela Brown”, escribió su angustia al conocer la noticia. Es padre de dos niños de 6 y 8 años.

“La tragedia de la América moderna (Estados Unidos) es que está sumida en una guerra civil. Dos tribus políticas, hablando entre sí, lo que ha potenciado una cultura ahora violenta, alimentada por la idolatría de las armas”, escribió el productor de origen británico pero que vive con su familia en Atlanta desde hace una década cuando soñadores emigraron con su esposa. Los hijos de ambos son estadounidenses.

El atacante murió acribillado después de más de una hora de la presencia de cientos de policías, entre agentes de seguridad locales, policías estatales, de la patrulla fronteriza y de la misma escuela, pero una investigación reveló que no tienen preparación adecuada y carecieron de liderazgo para actuar con rapidez y evitar que la tragedia fuera tan grave.

Unos 10 días antes de esa matanza un hombre armado blanco fue acusado de un tiroteo por motivos raciales en una tienda de comestibles en Buffalo, Nueva York. Causó 10 personas negras muertas.

Y el 4 de julio, un mes 10 días después de Uvalde, otro joven blanco disparó contra una multitud que participaba en el tradicional desfile del “día de la independencia” en el suburbio de Highland Park cerca de Chicago, Illinois en el en la que murieron seis personas y 31 resultaron heridas. Otra tragedia sangrienta por el uso abierto de armas, pero tampoco pareció calar entre quienes toman las decisiones.

Charlton consternado por la matanza infantil escribió con desilusión: “La realidad es que amo profundamente a Estados Unidos. Pero es imposible para nosotros seguir viviendo con este problema exclusivamente estadounidense. Es hora de irse a casa”, sostuvo en su columna para la página de CNN.

Y para muestra lo que piensan muchas personas: “Ahora vivimos en un estado de miedo”, dijo el jugador de póker Daniel Negreanu después de ser pateado en el piso del casino del hotel MGM en Las Vegas luego de que la multitud que atestaba el lugar de apuestas le arrolló cuando no sabía si huir o refugiarse debajo de la mesa de juegos. Era una falsa alarma, pero refleja la preocupación ciudadana.

Ése fue uno de los incidentes del fin de semana pasado en los que también un hombre disparó contra personas en un centro comercial de Indiana y en Houston un tiroteo en una casa mató a otras cuatro, dijo The Associated Preess. El informe agregó que la presentación del comediante Craig Robinson en un club de Carolina del Norte se frustró porque el público huyó cuando apareció un hombre armado.

Nikk Ogasa escribió el 26 de mayo en ScienceNews que “lamentablemente, los tiroteos masivos, cuyas definiciones varían, son solo una fracción de la historia” y agregó que en Estados Unidos, la violencia armada va en aumento.

“En 2021, casi 21,000 personas murieron por armas de fuego (sin incluir los suicidios), según Gun Violence Archive”, citó Ogasa. Según esa base de datos los incidentes reflejan “un aumento del 33 por ciento desde 2017, el año en que las lesiones relacionadas con armas de fuego usurparon los accidentes automovilísticos como la causa más común de muerte entre niños y adolescentes.”

En ese mismo período de tiempo, los incidentes de tiradores activos casi se duplicaron. En 2021 se registraron  61 incidentes de este tipo en todo el país y “mataron a 103 personas. En 2017, el número de incidentes fue de 31, aunque las muertes totalizaron 143”, agregó.

La seducción que ejercen las armas entre muchos estadounidenses parece patológico.

“Imaginando el viejo Oeste” es una nota de varias que publicó The Conversation el 23 de junio pasado con las que destacó la fascinación de muchos estadounidenses por el uso de armas en este país.

“Un excelente ejemplo de cómo la cultura estadounidense cuenta la historia de las armas es el Museo de Armas de Fuego Cody en Wyoming: hogar de ‘la colección más completa de armas de fuego estadounidenses en el mundo’ y tema de un artículo académico que escribimos junto con el colega Eric Aoki en 2011”, publicó The Conversation.

Explicó que “con más de 7,000 armas, el museo es parte del Buffalo Bill Center of the West. El homónimo del centro, el fusilero y showman del siglo XIX Buffalo Bill, popularizó la historia del ‘Salvaje Oeste’ que todavía es familiar para los estadounidenses hoy en día, donde las armas eran centrales.”

Pero no todo está perdido, según Sonali Rajan, investigadora de prevención de la violencia escolar en la Universidad de Columbia, “la violencia armada es un problema solucionable”, pero aclaró que “no puedo pensar en un problema que requiera más urgencia y atención”. Rajan fue citada en ScienceNews.

Las armas siguen siendo importantes para muchos en Estados Unidos y beneficia a la poderosa industria de armas, mientras los políticos rehúyen cambios o establecer leyes que regulen su distribución, venta y uso para evitar riesgos sangrientos como los ocurridos recientemente.