Por Alberto Barrera
Estados Unidos – Un reciente tiroteo masivo que cobró 10 vidas, incluyendo la del atacante, refleja la violencia diaria en ciudades del Área de la Bahía de San Francisco y ha generado preocupación en los habitantes, especialmente las autoridades y el Gobernador de California, Gavin Newsom, aunque la epidemia la sufre todo el país.
San José, ciudad de California – El miércoles 26 de mayo Samuel Cassidy, un hombre blanco de 57 años, llegó temprano a su puesto de trabajo y a las 6:30 de la mañana activó sus armas en dos edificios de la terminal de trenes (VTA por sus siglas en inglés) de la misma ciudad, matando a ocho de sus compañeros y dejó al menos dos heridos, uno murió después y él se suicidó. Lo encontraron muerto sobre una silla, tenía tres pistolas y 32 cargadores.
No hubo explicación para la matanza que es la peor en la historia de crímenes masivos en el área de la hermosa y turística Bahía de San Francisco. Después se supo por familiares y su exesposa que Cassidy tenía un historial violento y no estaba a gusto en su trabajo. El acto criminal trajo dolor y luto entre las familias de las víctimas y preocupación entre los residentes en ese y otros sectores de la zona.
La violencia en barrios y ciudades del estado dorado se ha incrementado generando intranquilidad entre los habitantes en el área, que con recelo ven el armamentismo entre la ciudadanía del norte de California.
Pero este no es el primer caso. Hace casi 28 años, el 2 de julio de 1993, el corpulento Gian Luigi Ferri de 55 años –un corredor de bolsa fracasado-, entró a un rascacielos de San Francisco, los guardias no sospecharon, y tranquilamente se dirigió al piso 34 en donde empuñó dos pistolas y con una cartera llena de municiones entró a la oficina de abogados Pettit & Martin en donde atacó a cuatro personas que no conocía.“Posiblemente enfurecido por una queja de 10 años con el bufete de abogados, Ferri luego arrasó tres pisos del elegante rascacielos del centro durante 15 minutos, disparando a abogados, secretarias y un cliente sin decir una palabra. Al sentirse atrapado por la policía en una escalera cerrada, finalmente coronó su misión de venganza disparando una bala en su propia cabeza”, publicó el día siguiente el periódico Los Angeles Times.
Minutos antes de cometer el crimen masivo en San José la última semana de mayo, Cassidy incendió su casa y al registrarla la policía encontró una docena de pistolas, rifles, varias bombas molotov y unas 25,000 balas. También en los alrededores de los edificios de la terminal ferroviaria hallaron al menos un artefacto explosivo.
El uso libre de armas con facilidades para comprarlas es una constante en la mayoría de los estados.
El gobernador de California, Gavin Newsom, se preguntó consternado por la matanza en San José y la violencia creciente en Estados Unidos: “¿Qué diablos nos pasa? ¿Cuándo vamos a detener este problema?”.
Y agregó con fuerza “¿Cuándo vamos a bajar las armas, tanto en el sentido literal como en el figurativo?”, en alusión a que exista una ley de control de tenencia, portación y uso de armas, de manera que no sea demasiado permisivo.
En varias ciudades de la Bahía han aumentado los hechos violentos en el 2021. El jefe de la policía de Oakland –una de las que mayor sufre la ola agitada-, LeRonne Armstrong, dijo al canal hispano Telemundo que tienen bajo presupuesto y hay escasez de oficiales en la corporación.
La violencia armada alcanzó su punto más alto en la ciudad, pues la tasa de homicidios incrementó en un 100% en comparación con el año pasado, registrando 52 homicidios en lo que va del año, dijo el informe de la televisión.
A mediados de abril los medios locales reportaron que una protesta que comenzó pacíficamente en Oakland terminó en violencia con incendios, varios autos dañados y numerosas ventanas rotas. En la marcha fueron coreados los nombres de Daunte Wright —un joven de 20 años que fue abatido a tiros por un policía en Brooklyn Center, Minnesota— y Adam Toledo, un niño hispano de 13 años muerto a tiros por un policía blanco en Chicago.
El 12 de mayo la cadena CBS SF informó que la policía de Oakland investigaba un tiroteo en el que murió un hombre a causa de una herida de bala. La violencia armada continuó ese fin de semana en el que hubo dos homicidios y casi una docena de tiroteos en 36 horas.
El sitio www.oaklandside.org reportó que en el 2020 hubo 102 asesinatos de los que 84 fueron cometidos con armas de fuego. Fue el año más violento en Oakland desde 2012 cuando se registraron 127 crímenes, la mayoría por heridas de bala.
La información dijo que “el peaje de la violencia armada ha sido sentido principalmente por las comunidades negras de Oakland. Cincuenta y cuatro Oaklanders negros perdieron la vida el año pasado a causa de una herida de bala”. Agregó que la edad promedio de las víctimas de tiroteos fue de 31 años.
Los medios han reportado incidentes violentos en otras ciudades del Área de la Bahía, aunque muchos residentes parecen no enterarse. En días normales y en los que hace unos años pasaba poco o nada, hoy es común enterarse que hubo un tiroteo en un centro comercial, un muerto al enfrentarse a la policía, ataques racistas contra asiáticos y para lo cual se han organizado comunidades en su defensa o también violencia intrafamiliar.
Un país armado
Luego del aumento de hechos sangrientos en varios lugares del país, como la muerte de 10 personas en marzo en un supermercado en Boulder, Colorado; unos días antes otros ocho muertos en un salón de masajes en el estado de Giorgia o el ataque armado de tres hombres a un grupo personas que participaban de un concierto privado en un centro comercial de Florida y que causó tres muertos y al menos seis heridos en el estado. Se han encendido alarmas, pues registros privados aseguran que en lo que va del año han sido más de 240 tiroteos, un centenar más que el año pasado en el mismo periodo.
El presidente Joe Biden, instó al Congreso a tomar decisiones y aprobar leyes de control de armas más estrictas. Las armas se venden libremente y unos 30 estados son más permisivos en la comercialización de armas que se considera un derecho de defensa de la población.
Hace unos días un juez federal revocó la prohibición a las armas de asalto, que está vigente en California desde hace unos 30 años, argumentando que es un “experimento fallido” que viola el derecho que otorga la constitución a la ciudadanía a portar armas. Ese tipo de armas son peligrosas y son utilizadas desproporcionadamente en tiroteos masivos o contra las fuerzas de seguridad.
El gobernador Newsom dijo que esa decisión es “una amenaza directa a la seguridad pública y a las vidas de californianos inocentes”.
Según reportes periodísticos en agosto de 2019, y que citan a “The Small Arms Survey” -un estudio elaborado por el Instituto de Altos Estudios Internacionales de la Universidad de Ginebra, Suiza- en Estados Unidos el número de armas por cada 100 personas asciende a 120 y las comparan a las de la Unión Europea (UE), donde no se alcanzan las 15 armas por cada centenar de habitantes.
Imposible encontrar estadísticas oficiales actualizadas sobre cuánta gente muere -o se suicida- a balazos en este país, pero diario El Mundo de España publicó en octubre de 2015 que grupos conservadores que están a favor del derecho de tener y portar armas, calculaban 32 mil muertos al año de los que unos 20 mil eran suicidios, 600 fueron considerados accidentes y un poco más de 11 mil asesinatos.