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Bolivia: Remozar el 21060 o recaer

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Reunión con el presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy y el presidente de la República de Bolivia Víctor Ángel Paz Estenssoro en 1963
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Por Juan Carlos Rodas del Castillo

Bolivia – Asoman fantasmas del pasado que sumieron al país en la desesperanza. Allá por los años 1982-1985 Bolivia vivió una época de turbulencia económica a extremo. El presidente considerado uno de los pocos estadistas que tuvo Bolivia, Víctor Paz Estensoro, de profesión Abogado, al finalizar su discurso promulgando el D.S. 21060, decía: “O tenemos el valor moral con su secuela de sacrificios…..…o Bolivia se nos muere”, resumía en esa frase la situación económica desastrosa en que había recibido el país y que pretendía “salvarla” mediante ese Decreto y otras medidas, su antecesor, Siles Suazo, había acortado su mandato en un año convocando a elecciones anticipadas debido a la imposibilidad de continuar gobernando por las fuertes protestas sociales y el descalabro económico en que se encontraba el país, cuando dejó el poder, el dólar valía 1.149.354 pesos bolivianos y la inflación había escalado a 11.749,64%, en su gestión se desató la hiperinflación, el dólar era inalcanzable para la mayoría de la población, él no inició todo ese desastre, se fue fraguando años antes con la pésima administración que a su turno efectuaron gobiernos anteriores, principalmente militares.
Como está siendo manejada hoy nuestra economía, quien llegue a palacio quemado se verá obligado a poner nuevamente en vigor el 21060, actualizarla, o en su caso lanzar medidas similares, el mismo nunca fue derogado, solo en algunos aspectos cambiado. El país necesita ya!!! un redireccionamiento de la política económica actual, de la economía de estado actual a la economía de mercado; con ello la reducción fuerte del aparato burocrático estatal, ministerios, viceministerios, secretarias y sus gastos superfluos, apertura a la inversión privada nacional y extrajera, recortar en algunos rubros las subvenciones y bonos (Cooperativas mineras), apoyar y promover las exportaciones, control férreo al contrabando, cero tolerancia a la corrupción que hoy campea, impulsar la industrialización desde el sector privado y la creación de fuentes de empleo dignos, no en discurso, en hechos, con reglas claras en aspectos legales y tributarios que garanticen a los inversores y al estado ganancias y empleos dignos, la reactivación del bolsín para la estabilización del valor del dólar, nos guste o no, el dólar es moneda líder y fuerte en el mundo, de la cual no podemos abstraernos, si surgiera otra moneda más fuerte que el dólar y de talla que abarque mucho más el comercio y el quehacer mundial, sería irresponsable no optar por el uso de esa otra moneda, es risible el argumento que el boliviano es más fuerte que el dólar, solo los ilusos creen que estamos blindados, hasta los países más fuertes del mundo sufren embates económicos; el ciudadano no vive de dignidad, de resentimientos políticos despechados, de promesas y optimismos; vive de pan, salud, estabilidad económica, social y trabajo estable, con eso mediantemente podría sentirse feliz.
Bajo el gobierno de la UDP (Partido Comunista, MIR, MNRI más otros partidos pequeños y agrupaciones de izquierda), en 1983 nuestras Reservas Internacionales – (RIN) habían caído a cero, a penas en 1984 subió a 100 millones, esa escases de divisas se convirtió escases de insumos, a falta de harina se acentuaba el paro de panaderos, de transporte por la falta de insumos y repuestos, bloqueo de carreteras, cundía la escases de artículos de primera necesidad, el gobierno fijaba precios para evitar la subida sin ningún resultado ya que mandaba el mercado negro, la especulación, las necesidades, se racionó el acceso a productos de primera necesidad alimenticia a determinadas cantidades por familia, no abastecía, ocasionó larguísimas filas de todos los miembros de la familia para adquirirlos desde la madrugada o noche antes a precios exorbitantes. Fue ocasión para que políticos se aprovechen de la situación y cayeran en grandes hechos de corrupción como con el arroz paquistaní de pésima calidad, harina con gorgojos, negocios con dólares del BCB a precios preferenciales que se beneficiaron políticos de turno que acompañaban a Siles y otros más que traficaron con el hambre de la ciudadanía y debilidad del gobierno de entonces.
Siles Suazo había prometido en 100 días encaminar la economía, no pudo, tal como antes de Milei ha estado ocurriendo en la Argentina y Venezuela, la población iba decepcionándose de Siles, se desató huelgas y movilizaciones a diario, el último gobierno militar de los que ya la población estaba cansada, le había entregado el país con una inflación de 123,54%, luego de 25 años el dólar subía de 25 pesos a 44 por dólar. El país estaba sumido en una pesadilla que no veía una salida, ya convivía entre nosotros la hiperinflación del 2.800%, esta podía llegar al 50.000% a final de ese año. Desde 1982 el peso se había depreciado hasta 750.000 unidades por dólar. Este inicio del 2024 el dólar si se lo encuentra está hasta en Bs 7,90 por unidad, respecto del dólar oficial subió en 13,51%, ello y la inflación “importada” de la Argentina está ocasionando que día a día el poder adquisitivo del boliviano vaya disminuyendo más y más.
Allen Sangines Krause, señala, “Entre 1984 -1985, Bolivia sufrió la séptima hiperinflación más alta de su historia y la 2da más profunda, y no por fruto de una guerra”, nunca antes se había presentado en un país miembro del FMI tal comportamiento económico. Con las Reservas Internacionales por los suelos, y la Comibol en crisis ocasionada principalmente por la “Incoherencia técnico-administrativa” impuesta por una “dictadura sindical totalmente politizada”, el gobierno de Siles se vio obligado a cogobernar el país con los sindicatos y COB entre 1983 y 1985, Siles cedía a presiones haciéndose inversiones irracionales y sobredimensionadas. Nos trae a la memoria Quipus, Cartonbol y otras empresas estatales deficitarias que las mantienen en desmedro de las arcas del estado y dar empleo a los partidarios del Gobierno.
Parecería que al boliviano le gustaría tropezar con la misma piedra, y no una, más veces, nuestra memoria se torna frágil y olvidadiza de acontecimientos que supuestamente nos marcaron para no repetirlas. El Economista connotado Juan Antonio Morales, señala que “la parte más visible fue el deterioro del financiamiento del sector público desde 1975”, época de gobiernos militares, empero, esto se fue dando hasta 1985 y aún hoy en día se continúa practicando esa receta.
En 1985, coincidiendo o no con la hiperinflación más agobiante que vivimos, EE.UU. lanzó al mercado sus reservas estratégicas de estaño, en Asia se acentuó la explotación masiva de estaño aluvional (costos bajos de producción, estaño casi a flor de tierra), la China bajó su demanda, esos factores hicieron que la cotización internacional del estaño-Sn y otros minerales no ferrosos se desplomaran, la libra fina de $us 5,5% cayó a 0,5% dólares, fue tan duro el golpe a nivel mundial que la Bolsa de Londres cerró las actividades de ese metal, Bolivia de la noche a la mañana vio esfumarse el 90% de sus ingresos que percibía de la minería, sumiéndonos en una desazón profunda, “sobre llovido mojado”, también fue la pésima administración del estado en las empresas estatales mineras; aún hoy se sigue administrando muy por debajo de un punto de equilibrio razonable las empresas del estado; y llegó la hiperinflación blandiéndose sobre nuestras espaldas; después de la nacionalización de las minas muy poco se optimizó la forma de producción, los costos por estar generalmente nuestro mineral en interior mina siguen siendo altos; Paz Estensoro, en difícil decisión aún debido a la alta volatilidad combativa de los sindicatos mineros, no avizoró otro camino que lanzar la reconversión total de la Comibol, grandes despidos, tanto en el privado como en el público, la empresa estatal tuvo que relocalizar entre empleados, obreros y mineros a 30.000 individuos, la crisis económica ocasionada por todos esos factores hacia disminuir el poder adquisitivo de los salarios de manera acelerada, los productos y servicios subían de precio cada día. Muchas empresas estatales producían estaño a un costo cinco veces superior a su precio de venta en los mercados, este hecho tan relevante o no fue bien explicado y dado a entender a los mineros y la COB o estos no quisieron entender; regla básica, que, si un negocio no es rentable, casi 5 a 1 costo vs precio de venta, es mejor cerrarlo porque las pérdidas son extremas con consecuencia sociales funestas, en su momento a la primera alerta debió corregirse y enderezar por los más adecuado y menos traumático posible, pero más pudo la irracionalidad y la presión; al final los mineros tuvieron que aceptar la relocalización. Se hacía imposible cumplir con los salarios y obligaciones, Comibol anunciaba que tenía un déficit de 46 millones de dólares, señaló que dejaría de pagar regalías a los departamentos productores. No solo cerraron minas, también numerosas fábricas y empresas estatales que pertenecían a la Corporación Boliviana de Fomento (CBF), creció la desocupación no solo en el sector minero, empero, son precisamente los gobiernos quienes deben ir planificando políticas, midiendo y previendo para no caer en lo que cayó el país, eso haría un gobierno responsable.
Así como por la crisis del estaño cayeron nuestros ingresos en 1985, el 2024 Argentina dejará de cómpranos gas, sumemos el agotamiento de nuestros yacimientos y reservas de gas, a decir del economista Jaime Dunn, de la Argentina se dejará de percibir us$ 1.000 millones, el Brasil está esperando que se cumpla con los envíos, y que tocaremos fondo cuando dejemos de percibir us$ 2.000 millones, que estamos encaminándonos a eso.
De los 30.000 relocalizados miles se asentaron en el Chapare iniciando lo que hoy son grandes cocales, otros se asentaron en centros urbanos que por falta de fuentes de empleo optaron por dedicarse al comercio informal, fueron los inicios de la informalidad a gran escala, los actuales son grandes sectores informales basados principalmente en el contrabando y la necesidad de trabajo, son ese 85% de informales que hoy el gobierno los clasifica como trabajadores, sin que cuenten con un salario fijo y digno con todas las prestaciones de ley para salud y jubilación, los menos son mayoristas que amasan grandes fortunas a expensas de los menos afortunados, entonces, solo el 15% de la población económicamente activa es la que cuenta con una fuente de empleo con todas las prestaciones.
Redireccionada la Política Económica de ese entonces vía el 21060, se fueron viendo los primeros resultados alentadores. Luego de alcanzar el 23.500% de hiperinflación, para finales de 1986 la escalada de precios bajó a 1% mensual, doce meses después se pasó del 10,6% de déficit público en 1985 a 2,8%, la cotización del dólar se estabilizó a 1.900.000 pesos. En noviembre de 1986 se promulga la ley que pone en circulación el 1° de enero de 1987 una nueva moneda, enteramente convertible, el boliviano (Bs), equivalente a un millón de pesos y con un tipo de cambio flexible con relación al dólar. El tercer año de la administración de Paz Estensoro fue el primero en la década con crecimiento positivo, en torno al 2,5%, la población que no se vio afectada directamente por la reconversión de la minería le agradeció al octogenario presidente por haberla sacado de la pesadilla de los precios crecientes de día en día de esos años.
“Las grandes crisis económicas, por lo general, en el país se producen aproximadamente cada 30 años —señala el economista Mauricio Ríos—. Así llegó la de 1956, luego la de 1985 y, salvando las distancias, podríamos tener otra crisis a aproximadamente 30 años de aquella. Las características son fundamentalmente las mismas. Responden a una errónea intervención del Estado en la economía, al socavamiento de la institucionalidad democrática y al irrespeto de los derechos de propiedad individual y privada. Toda vez que el Estado interviene en la economía, cuanto más agresivo es, acaba generando crisis, tarde o temprano”.
Este 2024, el estado actual de nuestra economía ya no se la puede ocultar por mucho esfuerzo que haga el gobierno; nos dice que todo está bien, que se garantiza lo uno o lo otro, que se está normalizando la escases de dólares, que los precios no subirán, etc., etc. Que, si algo está mal, los culpables son el Imperio, Jeaninne, Camacho, las guerras en el mundo, los rumores, los analistas, los opinadores, el clima o hasta San Pedro, no hay hidalguía para de reconocer que no estamos bien; hay preocupación en la población, intentan salvar su credibilidad manteniéndola en una burbuja de confort llamada “subvenciones”, da cierta estabilidad y credibilidad ficticia, pero, ¿hasta cuándo se podrá sostener esto?, cualquier rato esta pita de tanto estirar se romperá llevándonos a la realidad, que no será muy diferente a lo que ya vivió el país hace mas 30 años, ojala no se les ocurra hacer funcionar la maquinita de hacer billetes sin respaldo económico, como cuando se ganaba en millones y no alcanzaba ni para una semana de sustento.
Si recordamos con acuciosidad el manejo económico previos al 21060, veremos que estos últimos años vienen repitiéndose en aspectos similares, por ejemplo: las Reservas (RIN) están casi tocando fondo, al 31/dic/23 están en 1.709 millones (us$, 1.566 en oro y solo 166 millones en divisas) año tras año van en caída las divisas, (2020, us$ 2.386 MM; 2021, us$ 1.648 MM; 2022, us$ 709 M; 2023, us$ 166 M). Endeudamiento, (EFE) nov/23 la deuda externa a sept/23 llegó a 13.408 millones de us$ y la interna 18.407 millones de us$, la fuente señala que desde 2007 la deuda externa se ha multiplicado por mas de 6 veces, que la tendencia al endeudamiento es creciente. Se utilizaron las RIN para la importación de combustibles en 2023 por $us2.682 millones. Para el 2024 está previsto el endeudamiento de us$2.700 millones de dólares, con lo que la deuda crecerá mucho más.
El 2023 Bolivia cerró cifras que la subvención a los hidrocarburos fue más de 1.800 millones de dólares, 65,8% mas de lo proyectado, Susana Anaya, explicó que el costo de la subvención a los hidrocarburos en 2023 tiene que ver con el mayor volumen de importación de combustibles debido al aumento de la demanda interna y menor producción de líquidos. La subvención a los alimentos estimada en 2023 fue de 449 millones de bolivianos. Bolivia vuelve al déficit comercial el 2023, con 177 millones de dólares, indicó el gerente general Instituto Boliviano de Comercio Exterior, Gary Rodríguez. Datos del mismo Instituto indican que las exportaciones de enero a octubre del 2023 cayeron 2.523 millones de dólares, en comparación con igual periodo de 2022. Las importaciones apenas bajaron 240 millones. Un estudio elaborado por la Cámara Nacional de Industria (CNI) el 2022, indicó que el contrabando alcanzó un valor de más de 3.300 millones de dólares anuales, casi el 8 % del Producto Interno Bruto (PIB). Además, solo se habría decomisado el 3,18 % de la mercadería ilegal que ingresó al país. Entonces, estamos ante un panorama sombrío, y no hay visos a redireccionar la política económica actual, pesa más fuerte el componente político, la subvención direccionada para mantenerse en poder, hacen vista gorda al envenenamiento de nuestros ríos con mercurio que enferma y mata a los lugareños, hacen vista gorda a la quema que bosques, animalitos, aves, y todo ser viviente allá para beneficiar a sectores de los que requiere su apoyo, no para construir un mejor país, sino para mantenerse en el poder.

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