Por José Eduardo Cubías Colorado
La Comunicación Alternativa no es un sombrero elástico que en cualquier cabeza cabe; tiene la justa medida para la cabeza de la Sociedad Civil, en cuanto está diseñada para satisfacer las necesidades de comunicación de las comunidades y de las organizaciones que requieren de medios propios, no del Mercado ni del Estado.
Los medios alternativos disponen de una agenda propia para informar, orientar, educar, interpretar los hechos, con el propósito de formar conciencia crítica en la toma de decisiones. De tal manera, que promueva la Cultura de Paz, los Derechos Humanos; los valores de la fraternidad y la solidaridad en el seno de la familia y la comunidad.
El periodismo, en el marco de la Comunicación Alternativa, es propositivo. El lema «más que la protesta, la propuesta», resume su misión, en el sentido de aportar soluciones al problema abordado. Esta es la diferencia con la Comunicación Popular, cuyos medios son confrontativos, sectarios y dogmáticos.
El periodismo alternativo propicia espacios para el pluralismo de ideas y el debate democrático, que requiere la libre expresión del pensamiento de la voz y la palabra. Algunos analistas de la Comunicación lo consideran, una utopía viable. Según mi experiencia en este campo, considero que la Comunicación y el Periodismo Alternativo son una realidad, cuyos proyectos son factibles y sostenibles.