Redacción Voz de la Diáspora
El ex presidente salvadoreño Arturo Armando Molina falleció a los 94 años y muchos le recuerdan por actos que quedaron impunes en su mandato de 1972 a 1977, otros por obras que impulsó su gobierno y también por los chistes que generó.
El coronel Molina murió en San Francisco, California. Fue el tercero de los cuatro gobernantes militares respaldados por el Partido de Conciliación Nacional (PCN) entre 1962 y 1979.
Molina asumió su mandato el 1 de julio de 1972 en medio de denuncias de fraude ante el candidato demócrata cristiano, José Napoleón Duarte, apoyado por la Unión Nacional Opositora (UNO). Duarte intentó el 25 de marzo de ese año un golpe de estado con ayuda de oficiales encabezados por el coronel Benjamín Mejía. Duarte fue al exilio y Mejía fue asesinado a inicios de la década de 1980.
El flamante jefe de gobierno de la dinastía militar ordenó al ejército, la policía y la guardia nacional que ocuparan la Universidad de El Salvador (UES) 18 días después de haber asumido el poder porque ese centro de estudios era refugio de revolucionarios.
Y el 30 de julio de 1975 fue masacrada una manifestación de estudiantes de la UES que protestaban por represión militar en el Centro Universitario de Occidente. La marcha pacífica de cientos de estudiantes fue emboscada por soldados y agentes de la guardia nacional que usaron vehículos blindados cuando transitaba sobre la 25 avenida norte a la altura del paso a desnivel.
Nunca se supo cuántos murieron o fueron heridos pero se supone que al menos 30 fallecieron y decenas fueron capturados, algunos heridos, lanzados sobre camiones que les recogían y les llevaban con rumbo desconocido. El ministro de Defensa era el general Carlos Humberto Romero, quien sucedió a Molina en el poder, pero tres meses después de asumir el poder fue derrocado por la Juventud Militar el 15 de octubre de 1979.
La matanza estudiantil ocurrió 11 días después de que El Salvador fuera sede del concurso Miss Universo y la propaganda oficial le identificaba como “el país de la sonrisa”.
El Diario de Hoy dijo al aludir la muerte de Molina que “quizás siempre sea recordado por el lema ´definición, decisión y firmeza´, por su mostacho, discursos campechanos y una pulcra guayabera”.
Y esa alusión del matutino son los temas con los que fueron creados numerosos chistes y ante los cuales el gobernante pedía que alguien se los contara.
En sus cincos años de gobierno fueron impulsados programas y obras como el inicio de la construcción del Aeropuerto Internacional en Comalapa hoy San Oscar Arnulfo Romero con quien tuvo niveles de comunicación que el prelado católico rompió cuando el 12 de marzo de 1977 fuera asesinado por agentes de la guardia nacional el sacerdote jesuita, Rutilio Grande y el 11 de mayo también agentes del Estado mataron al también sacerdote, Alfonso Navarro. Los crímenes nunca fueron investigados.
También en su periodo fue construido el Hotel Presidente y se amplió la Geotérmica de Ahuachapán, el Hospital Militar y el parque Saburo Hirao, además fue creado el Instituto Nacional de Pensiones (INPEP).
Pero entre los proyectos más importantes en su gestión, previo al inicio de la guerra civil, fue la creación en 1974 del aparato de espionaje estatal identificado como Agencia Nacional de Seguridad de El Salvador (Ansesal), que posteriormente dirigió el mayor Roberto D´aubuisson, después fundador del partido derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena).
Ansesal recopiló información y divulgó en los cuerpos de seguridad y cuarteles del ejército listas con nombres de políticos, dirigentes de izquierda, defensores de derechos humanos y opositores.
Esa agencia fue otro instrumento de represión que sucedía a la Organización Democrática Nacionalista (Orden) establecida en 1964 por el coronel José Alberto Medrano y que para 1974 movilizaba entre 100,000 y 150,000 miembros, la mayoría campesinos para apoyar a los gobiernos militares de la época.
