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Felicidad de los Bolivianos, cuestión de Estado

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El analista político Juan Carlos Rodas Castillo es autor, entre otras publicaciones, del libro: “193 años de subdesarrollo, análisis y propuestas a la problemática de Bolivia”.
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Colaboración del analista político Juan Carlos Rodas del Castillo

Opinión– Al parecer la señora felicidad y gran parte de los bolivianos andamos bastante distanciados desde hace muchos años, nos está siendo esquiva a gran parte y desde ya afecta a la productividad del país. Sentirse feliz es algo tan importante para las personas que define su estado de ánimo, el curso que toma sus acciones y el resultado de ello al final del día, así como el rumbo que tornará su futuro en el curso de su vida.

Las acciones y reacciones de los individuos siempre están ligados de una u otra manera a algún aspecto del país, pues en el se desenvuelven y viven los individuos. A su vez, la felicidad, concepto tan amplio e importante y a la vez tan difícil de definir; cada persona es un ser único, cada persona tiene sueños y aspiraciones diferentes, va creando su propia felicidad con lo poco o mucho que tiene a su alcance, el resultado será la felicidad suficiente, poca o nada, cada ser percibe en grados y maneras diferentes la felicidad, una situación o acción que a algunos les hará muy feliz, a otros les hará en menor grado, y a otros les será indiferente.

Veamos cómo se define la felicidad en palabras de entendidos: El profesor Tal Ben-Shahar de la Universidad de Harvard, define la felicidad como “el bienestar de toda persona, que entra todo, lo bueno y lo malo”. Para la Psicología: “es un estado emocional positivo que los individuos alcanzan cuando han satisfecho sus deseos y cumplido sus objetivos”. En palabras de Aldous Huxley (1894-1963), “La felicidad es como el carbón de Coque: es algo que se obtiene como un subproducto de la fabricación de otra”.

Entonces la felicidad no está ahí como un producto enlatado a tomarlo, no viene por si sola o de manera automática, hay que construirla o sentirla a partir de algo, en primera instancia es a partir del hogar, que desde luego debe ser de un hogar feliz, y luego de manera paralela el estado es quien da las condiciones a la población para que los hogares sean felices, como resultado llegará la felicidad, ese subproducto de ese algo a decir de Aldous Huxley. De ese algo es desde donde se construye gran parte de la felicidad y ese algo es el estado quien debe brindárnoslo creando las condiciones y hacérnoslo accesible a la población.

La felicidad de un individuo es la satisfacción de sus deseos y la solución a sus problemas que se le van presentando en el día a día, se circunscriben a la necesidad de autoestima y autorrealización que se debe encontrar en lo que el país le pueda ofrecer, oportunidades de desarrollo de sus talentos, encontrar sentido a sus vidas y que se estén realizando, así mismo el bienestar material, físico, emocional, social, de sus entornos, y bienestar profesional, para ello intervienen aspectos económicos, monetarios, sociales, emocionales, sexuales, familiares, laborales etc., etc.

Ahora bien, si bien cada cual es responsable de construir su felicidad de acuerdo a la educación recibida y aspiraciones que tenga, empero, en los países subdesarrollados donde es escaso o difícil tener acceso a condiciones que el estado debe brindar para construir la felicidad, entonces estamos ante un problema de estado, porqué, pues así como personas felices hacen hogares felices, también población feliz hace un país feliz, si las personas tienen estabilidad laboral, económica, social, libertad de pensamiento, etc., etc., y son felices, entonces esto se refleja en la productividad de la población y en la productividad, fortaleza y estabilidad de un país, ¿a hoy cómo está nuestro país?, ¿años o décadas pasadas como estaba?, al parecer gran parte de la población fue y es medianamente o menos feliz, pues la condiciones casi siempre no fueron de las mejores en el país.

Recientemente, este 2023, salió un estudio de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y publica el Ranking Mundial de la Felicidad (WHR), en la cual sitúa Bolivia en el puesto 69 entre 137 naciones consideradas de 150 encuestadas.

La pregunta común para medir el bienestar fue: ¿Cuál es su nivel de satisfacción con su vida en estos momentos?; se consideró 5 variables, (Ingreso per cápita, apoyo social, esperanza de vida sana, libertad para tomar decisiones vitales y ausencia de corrupción), vemos que estas variables muy perfectamente se adecuan a cualquier país y que están muy íntimamente ligadas a la responsabilidad del estado, ya que el estado mediante el gobierno es la responsable y encargada de los ingresos de las personas, de la cuestión social, de la esperanza de vida, de la libertad y que en lo posibles no exista corrupción.

Estos últimos años Bolivia se situó en el puesto 50 el 2013, 51 el 2015, 59 el 2016, 58 el 2017, 62 el 2018, 61 el 2019, 65 el 2020, 69 el 2021, 71 el 2022 y 69 este 2023; por lo visto vamos en franca caída si vemos el año 2013 y este 2023, caímos casi 20 peldaños ubicándonos al medio de los países encuestados.

En el estudio a nivel mundial Finlandia se sitúa en el 1er lugar, Dinamarca 2, Suiza con la que tanto el gobierno nos equipara está en el puesto 8 de felicidad, Irán 101. En Latinoamérica Costa Rica 23, Uruguay 28, Chile 35, México 36, Panamá 38, Brasil 49, Honduras 53, Bolivia 69, Ecuador 74, Venezuela 88; Cuba el 2018 se situó en el puesto 157, en el 2023 ni quiera parece en el ranking, pues imagino por las condiciones que la mantiene la dictadura a su población es una población y país infeliz.

La felicidad de la población es en gran parte el resultado de las políticas de gobierno para con su población. Los estados a través de sus gobiernos, son los que ponen y dan las condiciones necesarias para que su población sea feliz, por ejemplo: hacer que el país tenga estabilidad económica, facilidades impositivas, acceso a servicios de salud oportunas, sentirse protegidos por los uniformados, saber que la justicia procede con prontitud e imparte justicia de manera imparcial, educación escolar de calidad que de tranquilidad y esperanza a los padres, educación universitaria que garantice un buen puesto de trabajo bien remunerado con todas las prestaciones sociales que le garanticen una renta y vejez digna, poder opinar libremente sin temor a ser perseguido o encerrado, confiar en los políticos sabiendo que legislan y gobiernan por el bienestar y la felicidad de la población.

Todo lo anterior dan las condiciones para un estado de estabilidad emocional de felicidad a la población; a cambio, si la población recibiera esas condiciones, la población se convierte en generadora en calidad de oportunidades de trabajo, orden, cultura, deporte, salud, estabilidad laboral, de riqueza, bienestar, esperanza en un mejor futuro, un país fuerte, seguro, de oportunidades, con menor delincuencia y menos droga que son el peligro constante para nuestra niñez y juventud, que enamore a quedarse y no pensar en huir a buscar la felicidad en otros países.

El mejor termómetro de la felicidad en nuestro medio son las amas de casa y su opinión cuando van a los mercados para surtir de alimentos a las familias y los padres cuando tiene que pagar por servicios y educación mes a mes, y pensar cómo será el futuro de sus hijos.

Partiendo de las cifras del INE y de min Trabajo, la población económicamente activa es 6.856.391 de personas de los casi 12.000.000 de habitantes, ya en mi análisis siempre con cifras del gobierno, de ellas apenas el 13% cuenta con un trabajo estable con las prestaciones sociales de ley.

El 87% restante está compuesto por desocupados 2.980.056, y 3.870.335 serían informales, que no son empleados con trabajo estable ni con las prestaciones sociales que les garantice una vejez digna con renta y acceso de servicios de salud como alguien que viene de un trabajo estable. El gobierno a los informales los toma trabajadores es por eso que nos dice que la tasa de desocupación es apenas el 4.3%.

Desempleo, deficiente nivel de educación, quemas indiscriminadas de bosques llenos de vegetación, flora y fauna, cada vez más escasez de agua, desaparición de lagos, alta contaminación de ríos y lagos, uso indiscriminado de mercurio, alta corrupción, privilegios para una nueva elite no basada en el trabajo honrado, violencia cada vez más acentuada a causa del narcotráfico, y desesperanza de la juventud, etc. etc., etc., nos son precisamente las condiciones más óptimas para sentirse feliz ante un futuro incierto en los próximos 50 años.

* El presente artículo de opinión es de responsabilidad del autor y no representa necesariamente la línea editorial de Voz de la Diáspora.

* Juan Carlos Rodas Castillo es autor, entre otras publicaciones, del libro: “193 años de subdesarrollo, análisis y propuestas a la problemática de Bolivia”.

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