Por Dra. Margarita Mendoza Burgos/Colaborador
Giovanni Papini, genial escritor italiano, decía que “la ira es como el fuego; no se puede apagar sino al primer chispazo. Después es tarde.” Nada refleja mejor un sentimiento de ira que esa frase. Si ante nosotros tenemos una persona montada en cólera, lo último que deberíamos hacer es reaccionar, porque lo único que conseguiremos es llevar el conflicto al siguiente nivel.
Vemos con frecuencia gente que se altera por alguna maniobra del tráfico, por considerarse víctima de una injusticia o por una espera prolongada, por ejemplo. Y en muchos casos, en nosotros acaban descargando ese malestar con todo tipo de actitudes, que puede ir desde violencia verbal hasta física. Si bien son momentos difíciles de manejar, lo importante es aprender a reaccionar de manera efectiva para evitar conflictos mayores y mantener nuestra propia tranquilidad. Por eso lo primero es tratar de mantenerse en calma, sobre todo cuando la otra persona está muy alterada. Es que cuando uno está irascible, no sabe ni lo que dice. La ira llega fácil a la boca y desaparecen los tamices que controlan nuestras emociones. Lo último que hay que hacer es contestar con la misma moneda porque eso significa escalar el problema y en ese descontrol podemos decir cosas que más tarde nos arrepentiremos. Es fundamental no tomar las cosas como algo personal: la ira de la otra persona no tiene necesariamente que ver contigo. Ese ser puede estar pasando por un mal momento o tener problemas personales que están afectando su estado de ánimo y tú simplemente te cruzaste con él en el momento menos apropiado. Evita tomar sus comentarios o ataques de manera personal y no te involucres emocionalmente en la situación. Por eso cuando alguien te ataca con ira, es importante escuchar activamente lo que están diciendo. Trata de entender sus preocupaciones o frustraciones subyacentes. Esto no significa que debas estar de acuerdo con ellos, pero al escucharlos con empatía, puedes reducir la tensión y encontrar puntos de encuentro. Tanto si es una persona conocida como no, no se recomienda abordarlo. Si es un amigo o familiar. Debemos actuar con empatía y afrontar la situación con valentía sin darle demasiada importancia a las palabras negativas e incluso soeces que pudimos haber recibido.Una vez que hayas escuchado las preocupaciones de la otra persona, responde de manera asertiva y respetuosa. Expresa tus puntos de vista y sentimientos de manera clara y firme, pero evita caer en la agresión o el tono confrontacional. Usa un lenguaje no acusador y enfócate en la resolución del problema en lugar de atacar a la otra persona.
Sin embargo, si la persona continúa atacando con ira y cruza tus límites personales, es importante establecer límites claros. Comunica de manera firme pero respetuosa que no tolerarás el abuso o la agresión verbal. Si es necesario, retírate de la situación y busca ayuda.Lidiar con la ira de otra persona puede ser emocionalmente agotador. Asegúrate de cuidar de ti mismo después de una situación así. Dedica tiempo para relajarte y recuperarte emocionalmente.