Por Luis Alberto López
El Salvador – Llegan los vientos y con ellos la temporada de las tradicionales piscuchas que por generaciones han alegrado y entretenido a niños, jóvenes y adultos al encumbrarlas con la ayuda del viento.
En El Salvador, los “vientos de octubre” pero que en los últimos años han aparecido hasta el mes de noviembre o diciembre, es la temporada perfecta para elevar las piscuchas y sentir la sensación de pelear con el viento y la cometa amarrada con hilo y un aparato de madera o hierro llamado enrollador.
También es el momento de hacer volar la creatividad para utilizar materiales y crear diseños atractivos y de moda para atraer la atención de los niños.
Es un período del año que muchos artesanos y comerciantes aprovechan para fabricar y vender estos populares productos.
Don José Ramiro Peinado, tiene 45 años de fabricar piscuchas, un experimentado artesano que en la temporada también genera empleos, ya que distribuye en varias zonas del país y necesita de más colaboradores para responder a la demanda de los clientes.
“Es mejor que los niños jueguen con una piscucha, mantener la tradición y un entretenimiento sano, así descansan con las computadoras y los celulares que hasta daños en su vista les trae” dice don José tras conversar con Voz de la Diáspora en uno de sus puntos de venta al aire libre en el municipio de Antiguo Cuscatlán, cerca de la capital salvadoreña.