Por Iván Escobar
El Salvador – Las población de Nahuizalco, en el departamento de Sonsonate, al occidente del país sufren desde hace 19 años la amenaza de construcción de un proyecto extractivista que pone en riesgo el entorno ambiental, y amenaza la vida del Río Sensunapan, uno de los principales caudales de agua dulce en la zona y que abastece a muchas comunidades, este lugar es considerado sagrado en la comunidad indígena del occidente del país. Recientemente organizaciones ambientalistas y representantes indígenas de otras comunidades alzaron su voz en defensa del “Tatanoy Sensunapan”.
El Consejo Ancestral de los Comunes de los Territorios Indígenas (CACTI) que representa a varias comunidades originarias y organizaciones que velan por los derechos ancestrales, se unieron a este clamor y denunciaron la falta de interés del Estado salvadoreño ante estas amenazas, además exigieron justicia por la destrucción del lugar sagrado Tacushcalco, también ubicado en Sonsonate.
Por años, el Comité Indígena por la Defensa de los Bienes Culturales y Naturales de Nahuizalco se ha venido oponiendo a la construcción de una octava represa hidroeléctrica en la zona, que afectaría gran parte del río e impactará la fauna y flora de esta zona, así como la vida de miles de familias que viven en las cercanías. La afectación al río, sería un golpe ambiental en la zona occidental, ya que el Sensunapan abastece con gran parte de sus agua estas tierras, consideran sus pobladores.
Los habitantes del cantón Sísimitepec, de Nahuizalco y zonas aledañas lamentan la pasividad de las autoridades estatales hasta la fecha, y que prácticamente han quedado desprotegidos porque la legislación ha estado siempre a favor de las empresas extractivistas como “Sensunapán S.A. de C.V”, la cual es una de las interesadas en el proyecto “Pequeña Central Hidroeléctrica Nuevo Izalco II”.
Unidad es el camino
“Hacemos un llamado a la UNIDAD de todas las comunidades indígenas, organizaciones y pueblo en general a DEFENDER la vida de todos”, expresaba CACTI en una pancarta ubicada en la entrada de la Catedral de Sonsonate, en la cual se denunció la afectación del Río Sensunapan, la destrucción de Tacushcalco y daño a otros lugares sagrados para la comunidad indígena salvadoreña.
Rafael Latín, expresó “creemos (que) es urgente la unificación de nuestros pueblos para hacer posible que la voz de aquellos que por “A” o “B” motivo no han tenido la oportunidad de ser escuchados…hoy se inicia un proceso para que esa voz empiece a ser escuchada”, expresó el líder indígena, originario de Izalco, Sonsonate y ex alcalde del Común de esta localidad.
Como CACTI y haciendo uso del derecho histórico legado por “nuestras abuelas y abuelos, junto al derecho de la libre determinación, alzamos nuestra voz”, externó e Tata Latin, al dar lectura del pronunciamiento de solidaridad que se hizo público y en el cual apoyan la lucha y resistencia de las comunidades indígenas de Nahuizalco.
Las comunidades indígenas lamentan “el mal proceder” de la Cámara Ambiental de San Salvador “por archivar el expediente del caso de la Octava represa y dar por caducadas las medidas cautelares impuestas en la histórica resolución…el 7 de junio de 2021”, se leyó.
Al archivar el caso la comunidad indígena considera que se está “aceptando” el cumplimiento de medidas decretadas a la empresa, y por ende da paso a que el proyecto pueda concretarse, sin que las autoridades del Ministerio de Medio Ambiente lo frenen, poniendo en riesgo grandes zonas naturales y recursos hídricos.
Cantos y versos en favor de nuestros recursos
La cosmovisión indígena reconoce en la naturaleza la fuente de vida del ser humano, y por ello, la protección del agua, la tierra, el aire y la vida silvestre es fundamental en la vida, tesoros que deben resguardarse del “desarrollo” que imponen las empresas extractivistas con sus proyectos de muerte que se propagan por los territorios.