La comunicación de padres a hijos ante un diagnostico de cáncer

La comunicación debe ser objetiva y clara, pero sobre todo sincera. Dependerá, por supuesto, de la edad de ellos y se debe de contestar sus preguntas. (Foto con fines ilustrativos cortesía pexels-ivan-samkov)

Por Dra. Margarita Mendoza Burgos

Salud Mental – Probablemente no haya momento más difícil en la vida de los padres que comunicarle a su hijo que tiene una enfermedad terminal como el cáncer.

Es imposible estar preparado para eso por más inteligencia emocional que se tenga. Sin embargo, de cómo abordar ese tema desde el arranque puede depender la forma de afrontar todo el proceso.

Un dato para tener en cuenta: cada año se diagnostica cáncer a aproximadamente 280.000 niños de entre 0 y 19 años.

Foto con fines ilustrativos cortesía Ivan Samkov

La comunicación debe ser objetiva y clara, pero sobre todo sincera. Dependerá, por supuesto, de la edad de ellos y se debe de contestar sus preguntas.

No debemos adelantarnos mucho, pero sí en dejar puertas abiertas al diálogo. Algo muy importante es que no lloremos o adoptemos caras de tragedia, más bien la actitud debe ser de comprensión, consuelo y acompañamiento.

Tampoco denotar lastima y menos hacerles sentir que le tenemos lástima.  Es importante hablar de lucha y esperanza, pero no basada en falsedades.

El proceso comunicativo debe empezar con el médico, que informa del diagnóstico a los padres. Ellos deben asimilar la situación para después trasladarla al joven paciente.

El médico es el encargado de dar un informe completo, con total sinceridad y sin rodeos, de manera que los padres conozcan toda la verdad y se vuelvan más proactivos en todo el desarrollo y en las diferentes etapas de la enfermedad.

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Según la edad del niño será la forma de comunicarlo. A medida que es mayor puede participar más activamente en su proceso. A medida que lo vamos asimilando, tanto padres como hijos pequeños o adolescentes irán haciendo más preguntas. Lo mismo conforme a que las etapas vayan sucediendo, incluyendo los tratamientos y las expectativas o pronósticos según el tipo de cáncer.  

Algo fundamental es aclararles que el cáncer no es por su culpa o por haberse portado mal. Además, explicarles que la enfermedad no se contagia con un beso o con un abrazo, y que no deben alterar sus rutinas en la medida de lo posible.

Eso sí, es preciso contarles de algunos de los efectos que producirá el tratamiento, ya sea quimioterapia o radioterapia. El más común es la pérdida de cabello.

La palabra cáncer es tan fuerte, y más pronunciada por los padres a un hijo, que no es necesario mencionar que se trata de una enfermedad terminal que puede acabar en la muerte.

De alguna idea la sola palabra ya está asociada a eso, por lo cual dentro del proceso de tratamiento irán surgiendo esas pláticas, pero no hay que apresurarse sino ir haciéndolo a medida que el cáncer avance y dependiendo de la efectividad del tratamiento.

Foto con fines ilustrativos cortesía Ivan Samkov

Es importante evitar sentimientos de compasión hacia el hijo enfermo. Si tenemos lástima y nuestra actitud hacia ese hijo es muy diferente a los otros niños o miembro de la familia, él lo percibirá. Hay que ir poco a poco, apoyado en lo que digan los médicos, pues hay tipos de cáncer que avanzan más rápido y entonces el proceso comunicativo debe acelerarse.

Dependiendo de los casos, puede ser de mucha ayuda la colaboración de un psicólogo o un sacerdote, y no solo para el que padece la enfermedad sino para los padres y el resto de la familia.

La fe es importante porque da fortaleza mental, pero no debemos descansar sólo en ella porque algunos pueden pensar que solo con la fe se van a curar. El apoyo psicológico también es fundamental porque permite afrontar esta dura batalla con entereza y no derrumbarse mentalmente.