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Ruleta rusa sexual: consecuencias

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Foto: Cortesía: Pixabay.
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Por Dra. Margarita Burgos/Colaborador
 
En los últimos meses cada vez es más común leer o escuchar el término “chemex”. Se trata de una combinación de las palabras «chemicals» (productos químicos) y «sex» (sexo), y se utiliza para describir un fenómeno en el que se involucra el uso de sustancias químicas durante encuentros sexuales. Esto combina drogas recreativas como la metanfetamina (también conocida como «cristal»), el GHB (gamma hidroxibutirato) y las catinonas sintéticas, con el fin de intensificar la experiencia sexual.El chemsex, que puede durar hasta 72 horas en una especie de maratón, se ha asociado principalmente con la comunidad LGBTQ+ y es más común en entornos urbanos. Suele llevarse a cabo en fiestas sexuales o encuentros grupales, donde los participantes consumen drogas para aumentar la energía, reducir las inhibiciones y prolongar la actividad sexual.Antes de esto, sólo conocíamos el Viagra. Pero ahora se recurre a químicos no únicamente para mantener una erección más tiempo sino también otras sustancias que prometen hacer sentir hasta fuegos artificiales cada vez que tengan sexo. Por supuesto,  esto conlleva un riesgo para la salud aun en gente joven y que se cree sana, porque el corazón, todo el aparato circulatorio y el cerebro tendrán un desgaste mayor que con las relaciones sexuales normales.La curiosidad puede atrapar a muchos. Las personas oyen campanas y sin conocimiento médico quieren apuntarse a probar todo aquello que les promete la gloria sin darse cuenta que si algo suena demasiado bien es porque en el fondo esconde algo negativo.Si bien la gente se asusta de los efectos colaterales de cualquier fármaco, luego se mete en el cuerpo basuras que les prometen la felicidad total, como pasa con toda droga. Es más, si logran ese paraíso y viven para contarlo, pueden volverse dependientes del mismo. Como consecuencia de ello, probablemente ya no le vuelvan a agradar las relaciones sexuales normales y no lograrán encontrar climax ni placer sin estas drogas.  La “felicidad sexual” tiene su precio, y suele ser caro. Quienes usan Viagra andan con el pene erecto por horas y pueden tener Priapismo o sea que la erección se prolongue  más de lo deseado. El uso de drogas durante el sexo puede aumentar la probabilidad de prácticas sexuales de riesgo, como el sexo sin protección, lo que puede llevar al contagio de infecciones de transmisión sexual, incluido el VIH.Según un estudio realizado por la revista estadounidense Springer, “la administración de cocaína aumenta el deseo sexual de forma dependiente de la dosis y disminuye la probabilidad de empleo del condón: el papel de la demora y el descuento de probabilidad en la conexión de la cocaína con el VIH”.Estas sustancias pueden alterar la percepción del tiempo, el estado de ánimo y la conciencia, y pueden tener un impacto en la conducta sexual y en la toma de decisiones. Al final, no es otra cosa que una ruleta rusa sexual, un juego que tarde o temprano termina mal.
 

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