Por Iván Escobar
El Salvador – Con la procesión de la Virgen de Dolores y el desarrollo del viacrucis del sexto viernes de cuaresma, la feligresía de los templos capitalinos de El Calvario, La Merced y San Esteban, están listos para el inicio de la Semana Santa, la cual comienza el próximo domingo con la bendición y procesión de las palmas.
Con el Domingo de Ramos, la feligresía católica comienza una de las temporadas más reflexivas en torno a la pasión y muerte de Jesucristo, y un espacio para ver la manera de cómo aplicar la palabra bíblica en tiempos modernos ante las situaciones que se vivan.
Este pasado viernes, último de cuaresma, la parroquia El Calvario realizó la procesión de la Virgen de Dolores, la cual salió al filo de las tres de la tarde desde el céntrico templo, cuyos contornos están libres de ventas informales, por el reordenamiento impulsado por la comuna capitalina.
Los católicos recorrieron la calle de la Amargura, una vía que conecta en línea recta – de poniente a oriente – los templos de El Calvario y San Esteban (esta última incendiada desde una década, y aún sin reconstruirse), pero la iglesia mantiene ambos puntos de conexión para el desarrollo de las actividades propias de la Semana Mayor.
Debido a los trabajos de construcción de la nueva biblioteca, la procesión se desvió una cuadra, y se volvió a incorporar por el ex cine Apolo a la Sexta calle o Calle de la Amargura hasta el templo La Merced, ubicada al costado oriente del cuartel de la policía nacional civil, y a una cuadra de San Esteban.
A lo largo de esta vía están las seis estaciones del viacrucis, que son presentadas por algunos residentes del lugar, como la familia Portal, que la tarde del viernes, preparaba con devoción cada uno de sus miembros la decoración de la “IV estación”, una tradición que asegura Silvia de Mendoza, es herencia de su bisabuela, por lo cual la resguardan hasta estos días.
“Esta es una tradición de familia, es un recordatorio, un volver a encontrarnos con el sacrificio de Jesús…es importante la Semana Santa, un tiempo que nos recuerda de dónde venimos y hacia dónde vamos. Un tiempo de preparación a la verdadera vida”, precisó Silvia, mientras continuaba sus últimos detalles en el altar. Su familia agradece esta oportunidad de continuar esta tradición, y poder esperar cada vez con entusiasmo y fe la procesión.
En los últimos seis viernes de cuaresma se han llevado a cabo los viacrucis por esta vía. El tiempo de Cuaresma comenzó el 22 de febrero, con el miércoles de ceniza y finaliza el próximo jueves 6 de abril, jueves santo.
Palmas para Jesús
Desde la madrugada del jueves 30 de marzo llegaron al atrio del templo El Calvario, en esta capital, un grupo de hombres y mujeres en su mayoría, provenientes del oriental municipio de Yucuaiquín, en el departamento de La Unión. El objetivo de su presencia, vender las palmas de coyol, palmitas, tombillitas, flores y ramos que ellos preparan para el domingo de Ramos.
Antes de la procesión del Domingo de Ramos, en las afueras de los templos son bendecidos con agua bendita por parte de los padres de cada iglesia, para participar en la tradicional procesión que recrea la entrada de Jesús a Jerusalén, dando comienzo así a la Semana Santa.
Ana Francisca García junto a su hija preparan su venta de palmas, y pequeñas canastitas alusivas a estos tiempos, ambas salieron de su hogar en Yucuaquín, la noche del miércoles 29 de marzo. “Salimos el miércoles a las 11 de la noche y llegamos aquí a San Salvador, el jueves a las 2 de la madrugada, para vender las palmitas”, comentó Ana Francisca.
También añadió que otros ocho miembros de su familia están en el grupo de comerciantes que preparan afanosamente este viernes los ramos, para todo aquel feligrés que busque sus palmas. “Tenemos 30 años de venir a vender, hoy esperamos que se venda todo, ya que no hay ventas, nos vemos más”, añadió la mujer, al asegurar que los clientes pueden verlos con facilidad.
Al igual que en otros años, estas mujeres y hombres llegan con grandes expectativas para vender sus productos entre el jueves y sábado previo al domingo de Ramos, y poder llevar algún dinero a sus hogares. Llegan desde el oriente con sacrificios, y un amplio cargamento de palmas que recolectan en los meses y semanas previas.
Erlinda Pérez junto Gabriela Portillo preparan los últimos ramos, sus ventas están en el atrio norte del templo, y comentan que ya son varios años de llegar a la capital para vender sus palmas. Al igual que Salvador Mendoza quien tiene 20 años de llegar con los suyos hasta El Calvario para vender palmas. “Venimos de lejos, pero gracias a Dios aquí seguimos”, señaló el hombre de avanzada edad, pero quien toma un breve descanso mientras conversa con dos mujeres que ultiman detalles de algunos ramos para ser puestos a la venta.
Un templo despejado pero un ambiente triste
Si bien algunos turistas tanto locales como extranjeros, algunos comunicadores institucionales, religiosos, feligreses y capitalinos en general ven a bien el retiro “voluntario” de las ventas que por muchas décadas atrás, y celebran el amplio paisaje que se vislumbra en los alrededores del templo que data hace más de un siglo, y cuyos primeros cimientos de la iglesia son de 1600, la soledad por ratos deja en evidencia, la difícil situación que viven muchos comerciantes.
Una mujer, quien pidió el anonimato, estaba entre la muchedumbre que esperaba este viernes la salida de la procesión de la Virgen de Dolores. “Que tristeza me da”, dijo al ver las calles libres de ventas, “Aquí vendimos por años, y ahora estamos con los brazos cruzados, o sea, sin nada, y mire, la panza aprieta, no tregua”, aseguró.
Así como ella, miles de familias levantaron sus ventas, en cumplimiento con un llamado de la municipalidad. El lugar, se ha tornado punto de atractivo turístico, pero bajo este ambiente, así como el candente sol de verano que quema la piel por estos días, el dolor se vive en muchos, asegura la mujer.
En el trayecto que hacen las procesiones hay algunas ventas aún, pero saben que de un momento a otro serán removidos, esperan que está situación no siga afectando a los más pobres. “Porque trabajo aquí no hay, uno tiene que rebuscarse…y hoy cuidarse que la autoridad no nos quite lo poquito que salimos a vender”, concluyó la mujer, quien se perdió entre los feligreses.