“Algunos de los países más pobres acogen al mayor número de refugiados, y sus perspectivas económicas son sombrías”: Save the Children

"Mis hermanas van a la escuela, pero yo no he podido ir por culpa de la matrícula, y mi madre no tiene dinero ni para eso ni para el material escolar y el uniforme", Sebastián, 16. Crédito: Save the Children

Por Voz de la Diáspora

Londres/Ginebra. Los catorce principales países de acogida de refugiados pagaron más de 23.000 millones de dólares en intereses de la deuda externa en 2020, cantidad suficiente para educar a todos los niños, niñas y adolescentes refugiados de los países de ingresos bajos y medios durante casi cinco años, según un nuevo estudio de Save the Children.

El documento “El precio de la esperanza” destaca que esos países los cuales atienden a cerca de la mitad de los refugiados “pagan en intereses de la deuda externa tanto como costaría educar a millones de menores refugiados durante casi cinco años”.

La investigación advierte que la carga de la deuda amenaza la capacidad de los países para financiar de forma adecuada la educación de los refugiados, y que la situación se prevé que empeore en la medida el número de desplazados por la fuerza aumente a un nuevo máximo de más de 100 millones.

La situación también empeoraría si algunos de los países de acogida más pobres se enfrenten a unas perspectivas económicas sombrías.

La educación es uno de los ámbitos humanitarios menos financiados, ya que en 2021 sólo recibiría el 3,1% de la financiación humanitaria mundial, y los llamamientos en favor de la educación apenas recibirán el 22% de los fondos necesarios, explica Save the Children.

En ese contexto la organización advierte que existe un peligro real y actual de que una generación de niños, niñas y adolescentes refugiados se vea privada de la educación que necesita para recuperar su futuro, afirma la investigación divulgado en vísperas del Día Mundial del Refugiado.

“Algunos de los países más pobres acogen al mayor número de refugiados, y sus perspectivas económicas son sombrías. A menudo, sus sistemas educativos están infrafinanciados y no logran satisfacer las necesidades de los niños, niñas y adolescentes más marginados”, declaró Hollie Warren, responsable de Educación de Save the Children.

Agregó que el alivio de la deuda podría ser determinante al momento de movilizar la financiación necesaria para los menores refugiados tengan acceso a la educación, y que no se puede prolongar la espera sobretodo, después que tras la pandemia de la COVID-19 muchos países priorizaron el gasto en salud.

Por ejemplo, Sebastián*, de 16 años, lleva cuatro años sin ir a la escuela después de que su familia huyó de Venezuela, aunque Save the Children dijo que ayuda a niños como él a recuperar el aprendizaje perdido y adquirir las habilidades que necesitan para construir su futuro.

“Mis hermanas van a la escuela, pero yo no he podido ir por culpa de la matrícula, y mi madre no tiene dinero ni para eso ni para el material escolar y el uniforme”, contó Sebastián, cuyo sueño es volver a la escuela, afirma la organización humanitaria.

Según ACNUR en todo el mundo, los niños, niñas y adolescentes refugiados “pierden una media de tres a cuatro años de escolarización debido a los desplazamientos forzosos”.